miércoles, 2 de abril de 2008

Dia 12 - Maravillas del Chalten

Esta vez no era necesario despertarse tan temprano y lo aprovechamos. Cerca de las diez de la mañana nos fuimos levantando de a poco y preparando para la salida. El Chalten se encuentra a 220 kms de El Calafate, por lo que el viaje será corto y no hay necesidad de salir con apuro.

Desayunamos tranquilos y salimos. Emiliano es el ultimo en salir y cargar las cosas mientras nosotros nos calentamos al solcito esperando su salida. Salimos a la ruta nuevamente y a los pocos minutos se puede divisar el Fitz Roy, el pico que domina El Chalten, particularmente sin nubes que impidan distinguirlo. Es habitual que esté permanentemente escondido detrás de las nubes y no en muchas ocasiones se lo puede ver en toda su magnitud. El tramo de ruta es muy bueno hasta el momento, se están haciendo mejoras en la ruta 40 en el tramo patagónico y la verdad que está nuevita. A la media hora de andar, el camino se convierte en ripio un poco mejorado, pasamos al costado de las maquinas viales trabajando que aplican el macadan. Esto hace que empecemos a aminorar la marcha y dejar la velocidad de ruta para tener que transitar con un poco mas de cuidado.

En algunos tramos me llaman la atención algunas posadas como perdidas en el medio de la nada y otros lugares para comer, pero al juzgar por lo que se ve desde la distancia, parecen tener buen movimiento de gente. El paisaje es muy parecido a esos imaginarios del sur, una ruta de ripio, las camionetas que nos cruzamos levantando tierra y algunas piedras, lugares perdidos donde poder parar a comer, todo parece salido de una roadmovie. Al rato de andar y ya en una parte bastante desmejorada, nos topamos con unas inmensas paredes de piedra de color arcilloso que el camino rodea, al borde del rio que pasa mas abajo en la llanura. No podemos evitar la tentacion, paramos la camioneta ya que no pasa nadie por un largo tiempo y bajamos para sacar una foto que es para el recuerdo. Una conjuncion de colores y lugar salvaje que solo pueden existir en estos confines patagonicos y ni siquiera el photoshop puede inventar.

Son aproximadamente unos 60 kilometros de ripio entreverado de curvas al borde del cañon de piedras que se realizan en aproximadamente una hora. Agradecemos de muy buena gana el comienzo del pavimento para dejar de vibrar como un secarropa mal cargado. Al acercarnos al Chalten, la cordillera se ve ahí nomas. El Chalten es un pueblo por el que se accede desviandose de la Ruta 40 unos 100 kms en direccion a los Andes, después de ahí solo quedan las montañas por delante, no hay nada mas. O nada menos. Se la denomina como la capital nacional del treking. Llegados al pueblo, se lo ve pequeño, de no muchas casas y con un viento que sopla fuerte, el imaginario de un pueblo del sur. Tierra, piedras y mucho viento que dobla todos los arboles que se puedan plantar sin una guia que lo sostenga. Llegamos al hostal, muy bien equipado y vamos a dar una vuelta porque nos gana el hambre.

Mientras almorzamos se nos ocurren miles de posibilidades de subsistencia bajo este viento tan intenso. Nos preguntamos donde esta la turbina y a que hora apagan el viento, que seguramente deben tener una red para frenar en algun lado todos los objetos que vemos volar, imaginamos las personas pegadas hasta que alguien de la familia las pasa a buscar, los pajaros aca ya no existen ya que estan todos tratando de volver de donde los arrastro el viento, van volando con viento a favor y se toman un micro para volver, y miles de pavadas más.

También Chalten ofrece situaciones particulares como verse por fuera como un pueblo de montaña pequeño y casi sin ningun recurso de los centros turisticos habituales, las veredas y cordones se encuentran como listos para terminar pero las calles son de tierra y piedra. Pero en su aspecto interior los hostales y restaurantes prestan un servicio de los mejores. Una mezcla de turismo aventura agreste y servicios de buen nivel. Se pueden ver turistas nacionales e internacionales que serian echados a patadas o mal mirados en cualquier restó de los que en Buenos Aires se ofrecen al turista, pero al estar acá es admitido como algo habitual. Se pueden advertir turistas de muy buen poder adquisitivo pero en plan vida salvaje. Y precios que en cualquiera de los Palermos actuales podrian ser considerados como elevados. Definitivamente, Chalten no es plan económico.

Volvemos después de almorzar y como parecen asomarse unas nubes oscuras de lluvia, salimos con la camioneta por uno de los caminos posibles para hacer en dirección a las montañas. Al rato de andar en un ripio por el cual hay que transitar con mucho cuidado, vemos un rio ancho que viene bajando sobre un vado ancho de 200 mts, aunque en este momento no es muy caudaloso. El camino es bastante escarpado, para hacer con cuidado y lentamente. Continuamos cruzando de tanto en tanto unos puentes de una sola mano, rodeados de unos paredones inmensos y montañas nevadas mas arriba, ya entre las nubes que nos llueven copiosamente de a ratos. Nos llama la atención un camping con bastantes carpas, no es para cualquiera el frio que debe hacer a la noche con el viento que sopla fuerte.

También es el lugar ideal para cualquier fotógrafo. No es necesario recorrer demasiados metros, que aparecen constantemente cientos de motivos fotográficos para concursos y exposiciones. Solo se necesita considerar el aspecto técnico, la exposición necesaria para captar los colores y la naturaleza sola nos regala todo lo demas, un presente para cualquiera con una cámara. Charly nos tiene una paciencia increíble por que a cada rato le pedimos que nos deje bajar para capturar algo que vimos, aún bajo la lluvia o el viento helado. De hecho, a la vuelta Emiliano me señala algo, le ordenamos a Charly que pare la camioneta inmediatamente y bajamos para tratar de captar ese instante que puede durar segundos. El sol asoma entre las nubes, ilumina los picos de una montaña encerrada entre otras dos, transformando su ladera en un dorado intenso rodeado de diferentes contrastes de luz. Creo que he sacado la foto más hermosa desde que empecé este vicio de la fotografía, todo gracias a este viaje. Impresionante.

En un tramo del trayecto de vuelta, nos detenemos un rato en un camino señalizado que se bifurca a un lado y nos internamos en la cascada del chorrillo, una chorro de agua que viene cayendo de los lagos que se encuentran más arriba sobre el Fitz Roy. Las fotos que se pueden sacar ahí son todas buenas. Nos metemos entre las piedras que cruzan el rio consecuencia de la cascada, nos mojamos un poco pero vale la pena.

A la noche cenamos ya en forma opípara, pastas para unos, lentejas para otros. De estas vacaciones creo que volveremos con unos kilos de más. Antes de irnos a dormir, con Emi y Charly nos quedamos mirando las estrellas bajo el frío como nunca se pueden ver en Buenos Aires. Emiliano nos da una lección de las constelaciones y cada una de las estrellas. Un muchacho que vuelve al Hostel, le pregunta a Charly que estamos mirando como si pasara algo diferente de lo habitual, las estrellas claras, limpias y cercanas como pocas veces nosotros las podemos ver. Nada, solo miramos las estrellas.

3 comentarios:

Alejandro Lauria dijo...

Compartimos el gusto por la Fotografia y desde que descubri el Cerro Fitz Roy en un afiche estando en Lago Puelo en la decada del 90, que tengo deseos de ir, y ahora con todo este relato si se me cumple el deseo algun dia, me voy a cargar todas las camaras de todos los formatos.

Fabiana dijo...

ajajaj muy grafico lo del secarropas mal cargado!
de las descripciones... ni hablar.. sin palabras.

Anónimo dijo...

Le tendrian q haber contestado q estaban analizando la ruta para su proximo viaje! :p
Dav